La mujer espartana disfrutaba de una relativa libertad y autonomía, y eso les permitía ocuparse de actividades más comerciales o literarias.
Desde niñas recibían una educación parecida a la que recibían los varones, entrenándose en gimnasia, música y deportes; tenían buena alimentación para que tuvieran buena salud y se las preparaba para ocupar un lugar central en la sociedad: el de madres de los espartiatas.
La formación de la mujeres tenía lugar en las
thiasas o "asociaciones" femeninas, donde se establecía una relación entre las jóvenes y sus tutoras.
Las espartanas usaban un atuendo ligero: el peplo dorio, con la falda abierta que dejaba al descubierto buena parte de las piernas y que les permitía moverse con facilidad.
- A pesar de que en algunas cosas tenían más libertades y derechos, las mujeres espartanas no podían hacer cargos en el gobierno o instituciones públicas, ni podían intervenir en las reuniones exclusivas de los hombres. Sin embargo, las mujeres en Esparta no estaban obligadas a encargarse de las labores domésticas, ellas tenían la responsabilidad de concebir y preparar a los hijos hasta los siete años, cuando la educación pasaba a manos del Estado.
Los roles de hombres y mujeres eran muy diferentes, pero eran valorados de la misma manera. El valor y entrega varonil tenían su justo contrapunto y motivación en la inteligencia, fuerza y mérito de las mujeres que los parían y criaban, y por tanto merecían siempre respeto.